Respeto y colaboración

Escuchaba el otro día con cierta incredulidad como en un partido alevín femenino fue necesario requerir la presencia de la policía nacional para poder finalizarlo y todo a raíz del comportamiento de unos padres que no dejaron de insultar y faltar al respeto a un chico de 16 años cuyo único pecado, en contra de lo que suelen hacer los chavales de su edad, es haber decidido seguir vinculado al baloncesto como árbitro. Son inaceptables este tipo de comportamientos en cualquier partido, de cualquier categoría o modalidad deportiva, pero lo son más aun cuando se trata de un partido que juegan niñas-os de apenas 10 años. Resulta inadmisible que tengan que presenciar cómo sus padres hacen el ridículo en la grada y les impiden con su actitud disfrutar del partido que han estado preparando toda la semana.
No hay que olvidar que el arbitraje es un medio como cualquier otro donde se desarrollan aspectos fundamentales en la educación integral de la persona, y por lo tanto en todos aquellos jóvenes que sábado tras sábado afrontan con ilusión el poder hacer baloncesto desde esta perspectiva. Nadie tiene la voluntad conscientemente de tener una mala actuación. Divertirse y disfrutar arbitrando es el objetivo final, y es por esto que todos y sobre todo los padres de los jugadores debemos ser conscientes del proceso formativo que supone participar en una cancha de baloncesto desde tempranas edades, como una parte más de esta actividad donde se juega, se entrena y se forma, y no sólo el jugador sino también el árbitro.
¿Qué pensaríamos si los padres de los jóvenes árbitros fueran forofos y provocaran esos ataques verbales sobre la actuación técnica de los jugadores? Esto es impensable. Exijamos en función de la etapa formativa en que se encuentra el árbitro, con el agravante de que muchas veces no se tiene en cuenta su condición de menor de edad. Los padres deben ser conscientes de esta naturaleza de quien arbitra semanalmente a sus hijos.
 Fernando Calatrava (Árbitro Liga Endesa)